b.z. humdrum [ Home / Writing Samples / ]

Esperando

Writing Sample


El primer esfuerzo será más pasivo que los demás. Subo la calefacción central unos grados, y me siento en el viejo sillón, el cual está más cerca de la puerta. Pasa un minuto y ya puedo oír el ruido de la turbina y el sonido suave del aire caliente. El volumen del calor es una victoria impensada, pues, esperaba que la temperatura lo haga suficiente, y trato de no ser obvio. Podría soltar algo en la cocina, o este vaso en la mano, o aun lavar los platos descuidamente y con mucho ruido. Pero no quiero hacerlo por el ruido. Sí, quizás lavaré los platos si la situación se pone desesperada, pero sólo porque no me molesta hacerlo, y así siempre pasa el tiempo un poco más rápidamente. Entonces, por ahora, tomo un trago y espero.

Me parezco a un hombre paciente. Es un misterio que no soy más obserador aunque a menudo me siento y miro pasándome el mundo. Sentado en un micro, o en una plaza, muchas horas en tren. Pero a veces cuando mirás através de las ventanas realmente no te fijás en nada sino que mirás a lo lejos, en cualquier cosa, alejando la mirada de lo que te hizo volver los ojos al principio. Pero, de todos modos, esto lo pasa el tiempo. Estos son mis pensamientos mientras me fijo en la pared. Hay una mancha allí donde el retrato ha caído. Me acuerdo que me pediste ponerlo de nuevo.

Siento pesada la cabeza. Tengo que saber que no debo quedarme tan cerca del ventilador, pero me siento mejor al quitarme el buzo que ha empezado a oler. Se me cayó algo hace unos minutos. Todavía me atrae su calor aunque sea inútil en este momento. ¡Y es tan cómodo y suave! A veces cuando me abrazás, me pregunto si lo hacés para abrazarme o al buzo. Ya no me molesta: yo sé que es tu color favorito.

Echo los ojos a la puerta para verte pero está oscuro y claro que no puedo averiguar nada, así que me empujo adentro del cuarto. Acá aun hace más calor, pero todavía guardás la manta sobre el cuerpo y parecés cómoda. Esto lo amo, qué cómodo me ponés. Abro de par en par la puerta y la luz del living toca tu rostro. Mi amor, tus ojos quedan cerrados.

Ando hacia vos sin saber exactamente lo que haré. Sos tan hermosa acostada entre las sombras. Pienso en un viejo sueñito: siempre quería que alguien me besara cuando estuviera durmiendo y me despertaría al ver una persona amada a mi lado. Siempre me decís que mis sueños son tan chiquitos, pero a mí me parecen tanto más grandes en la cabeza, tanto más grande. No sabés que fuiste la primera que realizó mis sueños. ¿Te acordás que, a veces, cuando estoy durmiendo me besás? Pero no abro los ojos, me hago como si me quedara en sueños. Hoy me parece algo muy egoísta, ahora cuando te veo aquietada. Pero quizás sólo esperaba que otra vez me besarías. Lo siento, hay que abrir los ojos.

Te beso la mejilla con tiento para no obligarte. Tu cara está fría a pesar del calor del cuarto.

Empiezo a irme, pero me paro en la puerta y te miro. Recuerdo los sábados por la mañana cuando era niño: mi hermana y yo tratábamos de despertar a mamá. Queríamos el desayuno pero ella dormía hasta tarde el fin de semana. Mi hermana decía que si esperaras y te fijaras en alguien durmiendo, se levantaría. También es así en una multitud de gente, ella decía, te fijás en una persona y se te acercará. ¿Qué sé yo de esas cosas? Pero sí, se levantaba a mamá, más por causa de las risitas que por mirarla. Hoy, ya sé que las miradas no despiertan.

El único pensamiento que me queda es pasear un rato. Salgo de la entrada al pasillo y espero al ascensor. De repente me pone impaciente y elijo la escalera. Dos pisos abajo choco con nuestro vecino, el de los ojos diminutos. Me pregunta cómo estoy y si me doy prisa. Él parece discontento con la respuesta. ¿Cómo anda su mujer? Durmiendo, digo yo. El resto del paseo pasa sin incidente.

            Estoy en la plaza más cercana al hogar, sentándome en el banco de forma torcida. Es incómodo pero me pone activo, moviéndome cada rato para relajar la espalda. El sol baja sobre los edificios en el oeste, y me doy cuenta de la hora. Recuerdo el día que logré convencerte de quitarte el reloj. Estaba orgulloso porque por fin me sentí que te influí en alguna manera, aun una positiva. Sos una mina tan independiente y todavía me escuchás. Aun más me encanta cuando me contradecís. Es la única manera en que puedo saber que estás escuchándome. ¿Cuánto tiempo pasaste sin el reloj? 3 días, 2 horas, 37 minutos, me dijiste. Tenés el tiempo congelado en la sangre. Pero todavía no puedo llevarlo, eso lo hace que el tiempo pase tanto más lento cuando uno espera.

El sol está por desaparecer. Pienso en cuando me sentí más distante de él. No entendí cómo podía acostarse tan temprano, y levantarse al amanecer. Mejor es dormirse por la madrugada y despertarse hacia esta hora. ¿Como vos? Pero tal vez por eso me encanta la luna. Somos iguales en esto. Y además la luna se desaparece a veces. Siempre he envidiado a la luna.

Sos mucho más semejante al sol. Sos más brillante que yo, tenés una luz sobre los ojos. Y tus manos, a diferencia de las mías, siempre están cálidas al tocarlas. Me muevo en el banco y me pongo más cómodo.

La primera estrella ha llegada, probablemente sea la única que sobrevivirá a la contaminación de la luz de la ciudad. No quiero pensar en eso. No me gusta la idea de que demasiada luz haga que uno no pueda ver, que uno ya no pueda ver la luz de las estrellas. Hay un error en eso, pero todavía no puedo hallarlo.

Ya hace frío y me he olvidado el buzo en el departamento al lado del sillón, en el suelo cerca del vaso. Me quedan por lavar los platos pero ya me parece menos importante. Yo sé que no te molestaría si pasara unos momentos más aquí en la plaza con la estrella.

Cuando me muevo de nuevo, ya sé que no hay razón para quedarme acá nada más. La noche ha traído un color raro a las sombras de la plaza, a la oscuridad de los árboles. Me siento menos acogido ahora, e impropio por venir sin vos. Es algo que nunca haré otra vez.

Me llevo al departamento, la distancia corta, callada y adusta. No hace mucho tiempo que me fui, pero el cambio del día a la noche es siempre profundo: el tiempo es excepcionalmente alargado. Si yo fuera mucho más viejo, pasaría mi tiempo viendo el anochecer y guardando lo que pudiera. Pero, todavía soy joven, y esta noche me durará para siempre.

Abro la puerta del departamento decaído y tropiezo decaído adentro. Me he olvidado de bajar la calefacción y el calor es increíble. Cuando paso mis ojos por el cuarto todo parece en olas. Pero más perceptible es que nada se ha movido desde que salí. Voy a la habitación sin encender la lámpara. En silencio y con lentitud paso al otro lado del lecho donde te quedás. Me quito la ropa como para dormir, pero pasará un rato antes de que me acueste.

Esto es lo que haré. Saco de la mesita el diaro tuyo, y esto lo escribo para que sea un testimonio. O quizás sea para vos, pero no lo creo. Tal vez más lo hago para mí, o para nadie. Los platos los dejaré en la pileta y la calefacción todavía permanecerá encendido. Ya no tengo la necesidad de pasar el tiempo, y siento frío. Me someteré en la cama y me saciaré con el vaso ya preparado en el cajón. Entonces pasaré el brazo por el tuyo, por la cintura, y te traeré cerca. Mi amor, te protegeré del frío, esto te lo prometo.

 

Back
© 2005 by b.z.